Recordando a Kipling
Pensaba yo que una vez terminados los agobios del maldito cierre de año, la facturación y la madre del cordero podría recuperar el ritmo del blog, hacer de su periodicidad algo atractivo y sobre todo ir sacando cuestiones que la vida me iba obligando a dejar en el tintero, pero está claro que la realidad es, además de tozuda, socarrona. Tenía, por ejemplo, un viejo cuento recuperado y corregido para colgar a modo de desagravio después del follón de Samarkanda, pero mucho me temo que tendrá que esperar.
La razón es bien sencilla: hay cosas que uno tiene que comentar o revienta. Hay dias, semanas enteras, en que la ignorancia, la estupidez, los lugares comunes, los tópicos y el hablar por no callar alcanza niveles de cretinez tan preocupantes que si uno no saca lo que lleva dentro y empieza a desmontar superficialidades acaba por darle una ulcera. Y yo con la guerra que me da mi querido hígado ya tengo bastante...
¿Y a que viene todo esto? Bueno, quien haya abierto un periódico o haya escuchado un telediario estos dias habrá oído hablar de la movida que se ha montado a cuenta de unas caricaturas de Mahoma y personajes o situaciones relacionadas con el islam publicadas por un periódico danés. Las tales caricaturas -doce en total -han encendido al mundo islámico, que ultimamente arranca a la media vuelta, y han promovido una oleada de reacciones exageradas, dramáticas y en crescendo que van de la típica reunión en la calle a tirar tiros -¿es que todo el mundo tiene un kalashnikov en casa al este de Ibiza? - hasta la invasión y saqueo de embajadas de países nórdicos, el boicot económico, la retirada de los medios diplomáticos y otras lindezas (entre ellas, la colocación en las calles y zocos de muchas ciudades de Oriente Medio e incluso de Extremo Oriente de banderas danesas para q
ue las mamás conduzcan diligentes a sus niños hacia ellas para pisarlas).
Hasta aqui todo era más o menos esperable. Lo de salir a la calle a tirar tiros y meter berridos contra Occidente (vestidos incongruentemente con camisetas del Barça y chandalls de Adidas) es algo a lo que ya estamos acostumbrados. Que además los gobiernos islámicos tengan idas de olla también entra dentro de lo cotidiano. Si fueran gente normal y con sentido del decoro dejarían de robar a manos llenas a su propia gente y ésta no tendría que tirarse al mar con un flotador de patito para buscarse el pan y una vida decente en ese Occidente tan odiado. Lo de retirar y devolver embajadores me suena a truco de la diplomacia para visitar a los amigos y ver a la familia, pero igual hasta puede preocuparme si sonmuchos. Lo de quemar y asaltar embajadas, aunque se había practicado antes, ya es más grave (al menos esta vez la gente que estaba dentro ha podido salir).
Lo de las amenazas de muerte a los editores y periodistas y el anuncio de atentados tampoco es sorprendente, porque las amenazas a todo el que no piense de forma idéntica a esa gran construcción monolítica y pétrea que parece el Islam son algo habitual -ahí está la "fatwa" de Rushdie o el asesinato del cineasta Theo Van Gogh en el 2004 por su película sobre la situación de la mujer en el mundo islámico... Y bueno, lo de pedir la destrucción del estado de Israel por unas caricaturas en Dinamarca, porque llueve, porque no llueve, porque Abu Dabi ha quedado fuera del mundial de fútbol o porque no haya galletas de coco light también es bastante frecuente. Todo el mundo, civilizaciones enteras, de hecho, tiene sus fijaciones.
No, esta vez lo que me ha alucinado verdaderamente es la respuesta de parte de la prensa, de algunos políticos y, en general, del mundo occidental.
Porque a tenor de la crisis galopante han comenzado a salir, como es costumbre últimamente, las voces del absurdo. Y esta misma mañana se ha podido oír en la radio por parte de un “experto en el mundo musulmán” que bueno, que sí, que hay que comprenderlos, que puede que tengan su parte de razón, y que hay que tener cuidado con la sensibilidad de la gente, y que la libertad de expresión sí, bueno, claro, pero que según y como, y que después de lo ocurrido con Rushdie precisamente, Occidente debería de haber aprendido que hay cosas que no se pueden decir...
Si llego a estar conduciendo, me mato fijo.
Y luego, por supuesto, llegaron los listos. La gente que entiende de lo divino y de lo humano. Que sabe de todo, opina de todo, sienta cátedra de todo y esparce su analfabetismo funcional mamado en las facultades de periodismo como quien salpica en la playa a los que no se bañan. Y así, he oído a toda una caterva de deficientes culturales profundos explicar a los oyentes y televidentes que, como está prohibido para el Islam representar al Profeta Mahoma de cualquier modo visible, el problema es de carácter religioso.
Como habré podido yo vivir hasta este día sin su iluminación...
Y entretanto el gobierno danés y el periódico de marras, que en un principio no veían donde estaba el problema, han acabado por bajarse los pantalones y han pedido disculpas a los musulmanes por la ofensa, y la UE, lejos de actuar en apoyo de Dinamarca y la libertad de prensa se ha salido por los Cerros de Úbeda diciendo que como se enteren de que hay boicot contra los productos daneses van a denunciar el asunto ante la Organización Mundial de Comercio, que es más o menos lo mismo que decirle a la seño que Ramírez te ha escupido cuando ya estás en bachillerato. Y ahí sí que ya he tenido que reírme, por no llorar, porque a continuación una señora especialista en el Mundo Árabe y experta socióloga -que en el mundo islámico jamás hablaría en la radio, ni daría clases de nada en ninguna universidad, ni saldría de casa sin permiso de su marido -decía que había que "dignificar las religiones", y que la libertad de expresión estaba muy bien como derecho, pero con matices.
Y yo, imbécil de mí, toda la vida pensando que con lo que había que tener mucho cuidado era, precisamente, con la preservación de esos derechos fundamentales sin matiz alguno. Porque esos derechos, cuando se vuelven divisibles y matizables, desaparecen a una velocidad de vértigo.
Y todo esto me ha hecho pensar, lo cual es un ejercicio duro, inútil y peligrosísimo, pero necesario, y he acabado por hilar una serie de reflexiones al caso que espero sean de alguna utilidad, aunque solo sea como contraste, y que son las siguientes:
a) Tonterías de Tertulia
Lo de la representación del Profeta en efigie tan repetido en las tertulias es lo aquí en el terruño llamamos "Sabiduría de Chigre", que consiste a grandes rasgos en decir generalidades oídas en alguna parte que a base de ser repetidas a grandes voces acaba por pensarse que son asunto de verdad y gran enjundia. La excusa es que la gente, cuando lo hace en bar, suele estar un poco cargadita. Desconozco el estado etílico habitual de los tertulianos de la radio, pero lo que ninguno ha explicado, probablemente porque no tenía ni puta idea de qué coño estaba diciendo, es que el precepto del Islam prohíbe de hecho la representación de cualquier figura de hombre o animal –no sólo la del profeta -y tiene por objeto impedir la idolatría. Fue copiada, como casi todos los preceptos islámicos, del judaísmo, y durante un tiempo fue también una idea dominante en la cristiandad, originando la controversia de los Iconoclastas. En realidad fue superada en el propio mundo islámico en su época de esplendor por poco práctica -a ver cómo iban a estudiar medicina los grandes médicos árabes de la Edad Media sin dibujar cuerpos humanos -y tampoco fue muy respetada desde el punto de vista artístico, como queda patente en la reproducción de alfombras, tapices, mosaicos y todo tipo de grabados, siendo las detalladas pinturas persas algunas de las obras de arte más exquisitas jamás creadas, y en las que pueden verse amantes en acción (sus reproducciónes escandalizaron al occidente victoriano), cacerías, héroes y batallas, a veces con cientos de figuras excepcionalmente detalladas y de una exquisitez impresionante. Y sí, he dicho persas. Persas del actual Irán del fundamentalismo, el mismo, por cierto, en el que Omar Khayyam escribiera en el siglo XI en su Rubayait
Cuando muera habrán muerto las rosas,
los cipreses, los sabios bermejos y el vino perfumado.
No habrá más albas ni crepúsculos, ni penas ni alegrías.
El mundo habrá dejado de existir.
Y eso que el vino también está prohibidísimo para el musulmán fundamentalista, pero claro, ¿para qué demonios leer a Khayyam pudiendo pegar una perorata fácil en la radio, o quemar una embajada…?
Y ya que hablamos de prohibiciones, ¿es que no saben los terroristas suicidas que el suicidio está tajantemente prohibido para el musulmán? ¿Lo sabrán los clérigos que convencen a jóvenes y niños en sus mezquitas para que se lancen con una bomba pegada al cuerpo sobre otros seres humanos? Me pregunto.
b) Hiriendo sensibilidades
Otro de los argumentos dados para justificar el cabreo y las amenazas de muerte es que los musulmanes se han ofendido ante la identificación Islam = terrorismo que se hacía en alguna de las viñetas. Curiosamente no ha habido manifestaciones de repulsa ni quema de banderas cuando han sido degollados rehenes civiles en Irak. Ni siquiera leves condenas ante el espectáculo de los dos ingenieros alemanes secuestrados, o la probable ejecución de cuatro pacifistas occidentales que estaban en Irak para protestar contra la ocupación (encima); ni una palabra de indignación ante el espectáculo de esa chica norteamericana a la que obligaron a ponerse un burka para salir llorando en un vídeo porque se la van a cargar casi fijo. En cambio sí se sabe que hubo jolgorio y quemas de banderas a lo largo y ancho de Oriente Medio cuando se produjo el 11S, con la consabida fiesta de tiros al aire para celebrar la hazaña inmobiliaria de recalificar la Gran Manzana a costa de unos cuantos miles de oficinistas y camareros que nunca habían roto un plato. También hubo alguna celebración en la calle por lo de nuestro 11M, a pesar de nuestros lazos de amistad tradicionales con el mundo árabe y bla bla bla. En fin, que los que lo lamentaron al parecer lo hicieron en silencio, y los que lo celebran son más ruidosos, y nosotros no deberíamos criminalizar al mundo islámico y todo eso, pero a la gente, cuando le ponen bombas en las estaciones donde toma el tren todos los días, se le pone la sensibilidad como escarpias. Y quizá el hecho de que el terrorismo islámico proceda de musulmanes haya originado que, al tocar el tema, los daneses no hayan optado por hacer caricaturas de los chinos de las tiendas de Todo a Cien...
Por otra parte es probable que esas mismas tendencias al dramatismo y a las reacciones exageradas hayan influido en la elección de algunos rasgos del actual Islam como blanco de ironías. Al fin y al cabo, se caricaturiza el exceso, y el exceso precisamente es lo que más ha abundado estos días. Tú publicas unos dibujos, yo te quemo unas embajadas. Un justo equilibrio. Como decía un conocido mío “Yo he perdido el reloj, a ti se te ha muerto tu padre, vaya día que llevamos…”.
c) ¿La mejilla de quien, dices...?
Lo de que el Islam es una religión de paz es otra de mis patrañas generalizadas preferidas, y además es enormemente clarificadora porque implica que quien la dice no tiene ni puta idea de qué coño está diciendo ni de qué habla.
Para los musulmanes su Era se inicia en el año 622 d.C., con la Hégira o Huida de la Meca a Medina de los primeros musulmanes. La Huida se debió a que los habitantes de la Meca estaban hartos de ellos por diversas razones, y acabaron echándolos de la ciudad. Pronto esa opción iba a dejar de ser una opción. En el año 624 (batalla de Badr), dirigidos por el propio Profeta, ya le estaban dando caña a las caravanas de su antigua ciudad. En el año 630 habían conquistado la Meca.
En el 633, sólo un año después de la muerte del Profeta, ya están los musulmanes atacando al imperio de los Sasánidas, a los que derrotan en Hira. En solo 4 años se habrán apoderado de Siria, Irán e Iraq y estarán atacando a los bizantinos. En términos comparativos, es como si Jesucristo, en lugar de expulsar a los mercaderes del templo, hubiera tomado al asalto Jerusalén, y como si al año de crucificado Jesus, Pablo de Tarso hubiera pasado a cuchillo él solo a todos los romanos de Galilea. Más o menos así sería la progresión militar de esa "religión de paz"...
De modo que puede resultar poco oportuno decirlo, puede quedar muy lejos de lo gilipoliticamente correcto aseverarlo y seguramente será duro para muchos escucharlo, pero el caso es que el Islam nace con la espada en la mano, y desde un primer momento sabe como utilizarla.
Obviamente, el cristianismo -y si nos ponemos, también el judaismo -ha sido muy capaz a la hora de llenarse las manos de sangre. Sin embargo no sólo el proceso fue más lento y lleno de contradicciones -el cristianismo tarda cuatro siglos en alcanzar el poder desde su fundación, lo que implica todo un proceso de adaptación y aprendizaje -sino que además su propio dinamismo de enfrentamientos internos desembocó con el tiempo en un sistema social, tecnológico y político que ha aportado a la humanidad las herramientas necesarias para alcanzar la prosperidad, y que otras civilizaciones han podido utilizar en provecho propio. El Islam, en cambio, a partir de unos prometedores comienzos, ha sufrido un proceso de continua involución que le ha llevado al siglo XXI con una auténtica Inquisición en marcha, los clérigos gobernando naciones, la religión inseparablemente unida a la vida social y cultural hasta asfixiarlas y la mujer sometida a unas condiciones de vida, educación y derechos penosas que lastran a todo el sistema social de una forma insidiosa.
Resumiendo, que aunque los paralelismos forzados entre religiones y una buena carga de analfabetismo histórico pueden tergiversar mucho las cosas, no hay en el Islam, por ejemplo, un "poner la otra mejilla" doctrinal. La base del Islam no es el amor, sino la obediencia. Es la sumisión a Dios, literalmente el "enardecimiento" por Dios. Y cuando se deja que eso rija en todos sus aspectos una sociedad, las posibilidades de entenderse con ella se ven virtualmente reducidas a cero (a no ser que seas tú quien cede en todos los aspectos). Y así, la sociedad que hoy exige respeto y se encoleriza ante unos dibujos prácticamente infantiles contempló en su día con indiferencia como eran dinamitados y derribados a cañonazos los Budas Gigantes de Bamiyán por los talibanes, del mismo modo que les parece natural el apedreamiento de una mujer hasta matarla, la ablación del clítoris de las niñas, la pena de muerte en Arabia Saudí o Emiratos para quien construya o practique su culto en una iglesia o sinagoga y otras lindezas por el estilo.
d)
Recordando a Kipling.
Se ha llegado así a una situación que sería divertida, casi ridícula, si no fuera dramática.
Los gobiernos islámicos han exigido a los gobiernos europeos, particularmente al danés, pero también al noruego y al francés, que retiren las caricaturas de los periódicos, ya que la prensa, única línea de resistencia al chantaje en el mundo occidental, ha repetido masivamente las caricaturas en sus portadas en apoyo a los daneses.
Los gobiernos europeos han manifestado que eso era imposible, y aquí es donde volvemos una vez más al auxilio de los clásicos. Porque seguro que nadie ha leído últimamente a Kipling.
Y es que el escritor y periodista británico, cronista por excelencia del colonialismo, explicó hace ya más de un siglo que Oriente y Occidente estaban condenados a no encontrarse, dada la imposibilidad de comunicarse por la falta de un lenguaje y unas bases comunes sobre las que edificar esa relación. Y así, los gobiernos cuyos principios legales son indivisibles de las normas religiosas y cuyas órdenes directas cierran y abren periódicos y emisoras son incapaces de comprender porqué los gobiernos europeos no pueden hacer lo mismo. La realidad de una sociedad laica donde el fenómeno religioso es un acto íntimo y personal y el acto político es un hecho público que no tiene nada que ver con normas religiosas les resulta tan inconcebible como antinatural la expresión "separación de poderes". Sencillamente no lo comprenden, o en su defecto, cuando lo hacen, su mayor afán es destruirlo.
Puestas así las cosas, una Europa Occidental amedrentada y sola ha agachado la cabeza y ha empezado lo que será sin duda una larga serie de errores encadenados, el primero de los cuales ha sido pedir disculpas. Los daneses han pedido perdón por cómo y qué publicaban en sus periódicos en Dinamarca, aceptando la culpa como si hubieran lanzado las caricaturas en forma de octavillas por todo Oriente Próximo. Y a continuación,
ante el vergonzoso silencio cobarde de la izquierda europea, un conjunto de naciones corruptas, satrapías orientales, reinos feudales de opereta y republicas datileras han puesto firmes a los gobiernos de la Unión, que ha empezado a plantearse que a lo mejor tampoco son tan absolutas las libertades de expresión y prensa, y que los derechos fundamentales pueden parcelarse como si fueran huertos para jubilados. Y uno, que se había tenido por progresista toda su vida, y que había pensado que la defensa de esos principios era algo que a estas alturas ya no se discutía, ha sentido un deseo incontenible, colérico y salvaje de tener también un kalashnikov y un pasamontañas para defender su modo de ver la vida, y que las naciones al otro lado del mundo cambien sus periódicos y vistan a sus presentadoras de televisión como a mi me dé la gana.
Porque el proceso abierto con todo este vergonzoso fenómeno tiene muchas más lecturas de las que las organizaciones políticas y los gobiernos europeos pueden prever en su ceguera. Y es que toda sociedad, cuando es llevada al límite, reacciona a la defensiva, y aunque en este momento toda la atención se centra en los sentimientos y deseos de las poblaciones musulmanas que protestan (y me juego la paga de marzo a que ni el 10% de esos bárbaros ha visto las caricaturas, es decir, están indignados de oídas), los países que han visto amenazada su libertad de prensa y despedidos a los directores de sus periódicos también sienten y piensan, y probablemente estén muy cabreados…
Y probablemente no les guste ver sus banderas pisadas por gentes que en cuanto puedan se subirán a una patera y acudirán a miles a llamar a las puertas de esas sociedades abiertas a las que tanto odian.
Y seguramente no les gustará comprobar como se ponen en peligro logros y garantías que han convertido a Europa Occidental en el lugar más seguro, próspero, libre y digno de la historia de la Humanidad.
Y es muy posible que no les haga ninguna gracia saber que los mismos que hoy amenazan a sus nacionales y queman sus embajadas estarán mañana en Dinamarca o Francia a la búsqueda de derechos y logros sociales que en sus propias patrias ni se habrían atrevido a soñar, y que a esas exigencias además añadirán la pretensión de que sus costumbres, modos de vida y vicios políticos, las mismas taras que hundieron a sus sociedades de origen en la miseria, les sean garantizados a costa de los modos de vida y las propias costumbres y leyes de las sociedades que les acogen.
Y puede que todo esto, a pesar del humanismo, de la paciencia, de la riqueza, de los principios y de las buenas intenciones que llenan hoy a las sociedades europeas, acabe por llenar el vaso. Y si dentro de unos meses ese partido danés que pide un norte escandinavo y sin inmigrantes y que ya tiene un 25 % del apoyo de la población arrasa en las elecciones, puede que alguien comprenda que los daneses, aunque no salgan a la calle con la cabeza envuelta en pañuelos y tirando tiros, también se cabrean. Y si en las próximas elecciones francesas el Front National se hace con más escaños en la Asamblea Nacional y más diputados locales y provinciales de lo que nunca hubiera soñado tener, nadie debería asombrarse y preguntar qué ha pasado, porque sencillamente estos polvos habrán originado esos lodos, y entonces de verdad los islamistas radicales habrán conseguido minar las bases de algo que no podemos permitirnos el lujo de perder.
Y en fin, que mal vamos. Pero que muy mal.
Vuestro, afectuosamente
Skalagrim
Postdata 1: Me ha costado, pero he encontrado las caricaturas en Internet, y por supuesto, aquí están algunas. Por ser no son ni ingeniosas, y desde luego mi abuela era mucho más cruel con las vecinas que le caían bien. El caso es que aquí están las menos aburridas. Considéreseme pues ajusticiado en efigie, y si alguien siente el prurito insoportable de quemar mi bandera o algo parecido, el dibujo son trece roeles de gules en campo de plata. Trece bolas rojas, vamos...
Postdata 2: Los Estados Unidos se han unido al mundo islámico en su indignación, lo que demuestra que la vida real es mucho más divertida y desconcertante que el cine. Para que no sufran ni se sientan apesadumbrados por la visión de las caricaturas del Profeta, los presos de Guantánamo seguirán con los ojos vendados todo el día. Impresionante.
Postdata 3: A aquellos, que al parecer son legión, que ignoran la importancia de la caricatura en la libertad de expresión les recomiendo la visión de “
El Escándalo de Larry Flint”. Al final del film, Edward Norton, en el papel de abogado del creador de
Hustler, desarrolla ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos la necesidad de que la crítica mordaz, e incluso la burla o el escarnio sean posibles en una sociedad libre. Y de pronto me ha dado por pensar que con los mismos argumentos que han utilizado los expertos pro islamistas de estos días, los nazis hubieran impedido, por ejemplo, el rodaje de “
El Gran Dictador”. No entiendo como se le pudo pasar por alto a Goebbels…