Compartiendo impresiones: Bubba Ho-tep
Hay ocasiones en las que la vida, loados sean los dioses, aún te sorprende. Agradablemente, incluso.
Una de las últimas tuvo lugar este mismo verano, durante uno de esos originales actos culturales que hacen de la ciudad alrededor de la cual giran nuestras vidas un lugar extraño y atractivo. Se trata de Peor Imposible, un ciclo de cine que todos los veranos organiza y dirige el sin par Chus Parrado, y que consiste en una semana de proyecciones de películas de género fantástico que podríamos clasificar como particulares. No es que las malas sean específicamente malas, sino que son espléndida, magníficamente abominables cuando son malas, y como mínimo extrañas o inclasificables cuando no lo son.
A menudo se hacen pequeñas presentaciones o charlas para apoyar las proyecciones, y tras una de estas últimas -iniciada con un comentario de vacunación preventiva de humor ante El Charro de las Calaveras y El Santo y Blue Demon contra el Dr. Frankestein, cuyo recuerdo piadosamente se va desvaneciendo en mi memoria -tuvo lugar la proyección de una tercera película.
Una de las últimas tuvo lugar este mismo verano, durante uno de esos originales actos culturales que hacen de la ciudad alrededor de la cual giran nuestras vidas un lugar extraño y atractivo. Se trata de Peor Imposible, un ciclo de cine que todos los veranos organiza y dirige el sin par Chus Parrado, y que consiste en una semana de proyecciones de películas de género fantástico que podríamos clasificar como particulares. No es que las malas sean específicamente malas, sino que son espléndida, magníficamente abominables cuando son malas, y como mínimo extrañas o inclasificables cuando no lo son.
A menudo se hacen pequeñas presentaciones o charlas para apoyar las proyecciones, y tras una de estas últimas -iniciada con un comentario de vacunación preventiva de humor ante El Charro de las Calaveras y El Santo y Blue Demon contra el Dr. Frankestein, cuyo recuerdo piadosamente se va desvaneciendo en mi memoria -tuvo lugar la proyección de una tercera película.
Parrado nos tenía reservada una sorpresa: una película que no había pasado por las salas de cine comerciales, subtitulada y desconocida. Su desconcertante título era Bubba Ho-tep, y a diferencia de la mayor parte de las películas proyectadas en el ciclo era bastante reciente (2003). La pequeña banda de Avalon que suele afrontar estos desafíos se había ido ya -las proyecciones del ciclo duran una semana, y los días laborables en verano siguen siendo laborables -y mi hijo y yo decidimos probar suerte y quedarnos (supongo que nada podía ya impactarnos después de la historia del jinete sin cabeza de Guanajuato). De modo que dejamos que en el mundo real siguiera fluyendo una de esas tardes soleadas de viento húmedo y mar azul que son típicas del verano de este lugar del mundo, y nos agazapamos en nuestros asientos de la Fundación Municipal de Cultura, moralmente apoyados por el aire acondicionado, a la espera de lo que cayera sobre nosotros.
Dos minutos más tardes estábamos pegados al respaldo sin apartar los ojos de la pantalla, alucinados.
Elvis Presley no ha muerto. Es un anciano gordo y acabado al que todos creen en realidad un imitador de Elvis igualmente gordo y acabado llamado Sebastian Haff. Bajo ese seudónimo ve pasar sus últimos días en un asilo ruinoso de un pueblecito de Texas, con un grano en el capullo que sospecha es canceroso y con la cadera hecha polvo. Apenas si puede caminar hasta el cuarto de baño, y cuando lo hace necesita un andador para apoyarse. Su compañero de cuarto acaba de morir, también solo y olvidado, y su mejor amigo es un anciano negro en silla de ruedas que afirma ser el presidente Kennedy, teñido según él después del atentado de Dallas para que no pudiera volver a la presidencia. Convencido de que una parte de su cerebro, recogido en una jarra, se encuentra en algún lugar de los sótanos de la Casa Blanca conectado a una máquina, espera ser desenchufado en cualquier momento. Después de oír esto, la idea de una momia egipcia recorriendo los pasillos del asilo con camperas y gorro vaquero, sorbiendo a sus cansados habitantes sus almas poco a poco por el culo casi nos parece natural.
Parpadead o se os van a secar los lacrimales.
Parece una ida de olla tremenda, ¿verdad? Pues lo es, en efecto. Pero es una ida de olla magnífica, y sobre todo, magistralmente contada. Y es una historia épica como pocas, a pesar de que casi en ningún momento -solo en los flashbacks -se sale del asilo. Algunas escenas, como la muerte de Kemosabe -un viejo con alzeheimer que cree ser el Llanero Solitario y que dispara contra la momia con sus revólveres de juguete -te dejan la piel tan de gallina como la muerte de Théoden en el ESDLA y con mucha menos parafernalia. "Murió con el alma intacta", dice Elvis antes de recoger su antifaz como quien recoge una reliquia. Las almas devoradas por la momia y digeridas por ella nunca podrán ir allá a donde quiera que debieran ir las almas de los muertos, y esto hace que los protagonistas dejen a un lado sus problemas intestinales y de locomoción y abandonen la idea de irse o esconderse, decididos a defender a sus olvidados compañeros de asilo.
Dos minutos más tardes estábamos pegados al respaldo sin apartar los ojos de la pantalla, alucinados.
Elvis Presley no ha muerto. Es un anciano gordo y acabado al que todos creen en realidad un imitador de Elvis igualmente gordo y acabado llamado Sebastian Haff. Bajo ese seudónimo ve pasar sus últimos días en un asilo ruinoso de un pueblecito de Texas, con un grano en el capullo que sospecha es canceroso y con la cadera hecha polvo. Apenas si puede caminar hasta el cuarto de baño, y cuando lo hace necesita un andador para apoyarse. Su compañero de cuarto acaba de morir, también solo y olvidado, y su mejor amigo es un anciano negro en silla de ruedas que afirma ser el presidente Kennedy, teñido según él después del atentado de Dallas para que no pudiera volver a la presidencia. Convencido de que una parte de su cerebro, recogido en una jarra, se encuentra en algún lugar de los sótanos de la Casa Blanca conectado a una máquina, espera ser desenchufado en cualquier momento. Después de oír esto, la idea de una momia egipcia recorriendo los pasillos del asilo con camperas y gorro vaquero, sorbiendo a sus cansados habitantes sus almas poco a poco por el culo casi nos parece natural.
Parpadead o se os van a secar los lacrimales.
Parece una ida de olla tremenda, ¿verdad? Pues lo es, en efecto. Pero es una ida de olla magnífica, y sobre todo, magistralmente contada. Y es una historia épica como pocas, a pesar de que casi en ningún momento -solo en los flashbacks -se sale del asilo. Algunas escenas, como la muerte de Kemosabe -un viejo con alzeheimer que cree ser el Llanero Solitario y que dispara contra la momia con sus revólveres de juguete -te dejan la piel tan de gallina como la muerte de Théoden en el ESDLA y con mucha menos parafernalia. "Murió con el alma intacta", dice Elvis antes de recoger su antifaz como quien recoge una reliquia. Las almas devoradas por la momia y digeridas por ella nunca podrán ir allá a donde quiera que debieran ir las almas de los muertos, y esto hace que los protagonistas dejen a un lado sus problemas intestinales y de locomoción y abandonen la idea de irse o esconderse, decididos a defender a sus olvidados compañeros de asilo.
Esta es, pues, la historia de unos hombres viejos, locos, probablemente alucinados, pero no acabados. Es una extraña epopeya sobre la amistad, el valor y la entereza en circunstancias tan adversas que resultan heróicas precisamente por ser patéticas. No se trata de la amenaza de un mal inmenso que pudiera hacerse con el mundo o exterminar a la humanidad, sino precisamente de un mal tan pequeño que a nadie parece importarle, quizá porque sus víctimas tampoco le importan a nadie.
Es, además, un ejercicio ejemplar de técnica narrativa de primera clase, resuelta con dos duros. Los diálogos -y sobre todo los monólogos de voz en off de Elvis -son brillantes, y la mezcla de humor y melancolía resulta magistral, dotando a la película de buena parte de su magia. No hay apenas una docena de actores con diálogo en toda la película, y los efectos especiales son de una sencillez tal -maquillaje y efectos de luz y sonido cuidadosamente dosificados -que hasta resultan extraños en estos tiempos por su humilde efectividad. La acción se apoya además en una potente banda sonora, obra de Brian Tyler, de la que he dejado un ejemplo como obsequio-regalo en el enlace de la derecha.
La dirección y el guión son de Don Coscarelli, basándose en un relato de Joe R. Lansdale. Bruce Campbell hace un magnífico Elvis -y también de Sebastian Haff, el imitador que según la historia que se nos cuenta murió en el lugar del auténtico Elvis -y Ossie Davis es el inverosímil J.F. Kennedy pintado de negro por las malas artes de Lyndon B. Johnson.
Es, además, un ejercicio ejemplar de técnica narrativa de primera clase, resuelta con dos duros. Los diálogos -y sobre todo los monólogos de voz en off de Elvis -son brillantes, y la mezcla de humor y melancolía resulta magistral, dotando a la película de buena parte de su magia. No hay apenas una docena de actores con diálogo en toda la película, y los efectos especiales son de una sencillez tal -maquillaje y efectos de luz y sonido cuidadosamente dosificados -que hasta resultan extraños en estos tiempos por su humilde efectividad. La acción se apoya además en una potente banda sonora, obra de Brian Tyler, de la que he dejado un ejemplo como obsequio-regalo en el enlace de la derecha.
La dirección y el guión son de Don Coscarelli, basándose en un relato de Joe R. Lansdale. Bruce Campbell hace un magnífico Elvis -y también de Sebastian Haff, el imitador que según la historia que se nos cuenta murió en el lugar del auténtico Elvis -y Ossie Davis es el inverosímil J.F. Kennedy pintado de negro por las malas artes de Lyndon B. Johnson.
Como dije al principio, la película no llegó a estrenarse en salas de cine, y sin embargo las ventas en DVD, sin ninguna promoción y en base tan solo al boca a boca parecen haberse disparado, hecho que se repite con cierta frecuencia y que explica en parte porqué el cine en salas se está hundiendo como negocio mientras que las películas siguen funcionando en otros soportes. Tengo la certeza de que está disponible en internet, tanto en castellano como subtitulada. ¿Hace falta decir que recomiendo a todo el mundo que se haga con ella...?
Vuestro, afectuosamente
Skalagrim
4 Comments:
Está bajando :-)
Madre mía, eso habrá que verlo.
:-)
"Estaba yo contoneándome cuando se me salió la cadera"
Oh, sí, esa película es muy buena :D
Acabo de verla. Una película simplemente a-co-jo-nan-te. No puedo decir más tras esta entrada. Ni Serie B, ni cine independiente ni hostias: un peliculón. Y el trabajo de Bruce Campbell, brillante.
Habría que reflexionar un poco sobre por qué hay tanta basura estrenada a bombo y platillo en pantalla grande y quién decide que películas como ésta queden enterradas.
¡Vigilad el culo!
¡Viva el cine bizarro!
Publicar un comentario
<< Home