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15 octubre 2005

Nada conviene más al hombre en tiempo de paz que la modestia...

...y sin embargo a veces es bueno hacer una pequeña declaración de principios, no solo para que a los demás no les pillen desprevenidos futuras declaraciones y controversias, sino también para que las propias palabras sean un escalón en el que apoyarse cuando sea necesario. Esto tiene, por supuesto, el inconveniente de tener que envainársela más de una vez, por ejemplo cuando la experiencia nos enseña que hemos metido la pata hasta la rabadilla, o cuando hemos juzgado y protestado sobre cosas alegremente y la vida nos ha dado con ellas en la cara para mostrarnos hasta que punto podemos ser cretinos. No es tan mala cosa. Como decía el viejo Winston, "A menudo he tenido que comerme mis propias palabras, y he descubierto que son una dieta saludable...".
Así que esto de hoy va a ser un pronunciamiento, me temo. Y sobre política, nada menos. Los que quieran están a tiempo de huir. Los que no lo hagan y sigan leyendo probablemente hayan oído las mismas coletillas que a mí hace tiempo ya me sacan de quicio: "Todo es política (entendido como algo negativo)"; "Esto del politiqueo es una mierda..."; "Todos los políticos son iguales..."; "A mí no me interesa la política...".
Reconozco que últimamente me he visto a mí mismo a punto de saltar ante una de esas afirmaciones para responder a mi interlocutor que entonces qué demonios le interesaba. Hace apenas dos días he visto como miles de jovencitas enfervorizadas saltaban y aullaban intentando besarle el culo a un cajero de supermercado triunfador en un concurso de cantantes noveles al que un mes antes ni siquiera habrían dedicado una mirada mientras pagaban la compra. He visto a millares de personas saltando como vándalos porque un grupo de jóvenes millonarios en pantalón corto eran incapaces una vez más de ganar un partido de futbol a un equipo mucho más humilde, cuyo país tenía un producto interior bruto inferior a la suma de las primas de los jóvenes e idolatrados vagos. Y una vez más, a lo largo de mi cada vez más larga y asombrada vida, he alucinado.
Eso sí es importante, al parecer. Lo que haga el Atleti es importante. Lo que haga el Madrid es importante. Aunque no seas socio, aunque casi todos los jugadores sean extranjeros, aunque no tengas acciones de lo que en realidad es una empresa, aunque resulte tan ridículo ser ultra del Albacete o del Sporting como lo sería vociferar en la calle cantos a Cajastur o al Banco Zaragozano... Esos sí son, al parecer, temas importantes, trascendentes (conste que la elección del futbol es absolutamente casual, tomada por ser lo que más suena; el otro dia estuve a punto de liar una trifulca en plena calle por preguntar a la puerta de un bar si los gritos y aplausos eran porque se había acabado el hambre en el mundo, y resulta que había ganado Fernando Alonso...).
La política en cambio es una mierda, porque al parecer es interesada (y los programas de los OT, los Grandes Hermanos y las Casas de la Vida no, que va, son puro desinterés... ); y la política está enfangada y la gente va a lucrarse, a figurar y hacer grandes negocios (y en el futbol de eso no hay, hombre, el fútbol, ese semillero de filántropos...) y además todos los políticos son iguales (no como las golfas, las historias de cuernos y el puterío monetario de los programas del corazón, que son originalísimos...).
Hace ahora 2.404 años, en un lugar llamado Cunaxa, cerca de la vieja Babilonia, a orillas del Eufrates, un grupo de griegos que se habían alistado a las ordenes de un príncipe usurpador persa fueron llevados a una emboscada. Los generales griegos fueron convocados a una negociación por los oficiales de Artajerjes II, el emperador persa, y una vez allí los asesinaron (no, no he cambiado de tema sin avisar, no se me han mezclado dos textos y no me he vuelto loco, paciencia).
Desde el punto de vista persa el asunto estaba resuelto. En la sociedad persa, los ejércitos estaban reclutados entre el campesinado, gente que entendía de sus cosas, araba los campos, vivía con interés su vida, buscaba la prosperidad y tenía los mismos anhelos y deseos básicos que cualquiera de nosotros. Entendían como natural que fueran sus clases dirigentes quienes decidieran lo que había que hacer, y ellos sencillamente esperaban a que se les comunicara. Solo la nobleza de sangre decidía. Aquellos campesinos, artesanos y pastores de Asia eran tan valientes y leales como el que más, y es posible incluso que agradecieran que se les liberara de tomar decisiones complicadas. La vida ya era bastante difícil de por sí.
Esa noche, en Cunaxa, los oficiales persas esperaban desarmar a los griegos al día siguiente, dividirlos en pequeños grupos, dispersar a las tropas de élite en fronteras lejanas y vender como esclavos a todos los demás, liquidando aquel enojoso asunto. Puesto que habían elininado a sus jefes, esperaban lidiar a lo sumo con una masa borreguil y desorganizada. Sin embargo, los malditos griegos, que no compartían su razonable punto de vista, celebraron una serie de asambleas, realizaron votaciones, eligieron nuevos jefes y se presentaron a la mañana siguiente en orden de combate frente al ejército persa.
A los persas todo aquello les pareció una pesadilla. Aquellos hijos de marineros, de zapateros, de talladores, de canteros, expatriados de ciudades griegas que luchaban a muerte entre sí en su propia patria, gentes de todas las fortunas y escalas sociales, se portaban como una hidra monstruosa a la que le crecían nuevas cabezas. Para los griegos, en cambio, educados en las luchas internas y las pugnas de poder de sus polis, celebrar asambleas, debatir y elegir era la cosa más natural del mundo, y a pesar de estar enfrentados -había allí aventureros espartanos ultra conservadores junto a atenienses exiliados de la oligarquía -podían llegar a una acuerdo y cumplirlo para sobrevivir. Los griegos rechazaron rendirse, y luego, para espanto de los persas, sencillamente se pusieron en marcha de vuelta a casa. Si alguien tiene un atlas puede seguir el rastro de la retirada griega, sin mapas ni GPS, luchando en montañas, fortalezas, patrullas, ataques persas y vados fortificados, primero hacia el norte, hasta las cosas del Mar Negro, pasando junto al lago Van, en la actual Turquía, y luego bordeando dicho mar hasta el Bósforo y de allí al Mediterráneo, llegando a Pérgamo. Al principio de su marcha eran diez mil, y uno de ellos, un tal Jenofonte -un ateniense de derechas con aires de gentleman inglés -nos legó para la posteridad su experiencia en aquella Retirada de los Diez Mil, también conocida como la Anábasis.
¿Y a que viene todo este rollo, me diréis? Pues este rollo viene a que la política SI es importante.
La política determina si tu ayuntamiento se gastara más dinero en un palacio de la ópera o en escuelas, si comprarán un coche nuevo para el alcalde y que se jodan los pobres, si habrá dinero para más autobuses escolares o tu hijo tendrá que pasarse media hora más en la carretera. Por muy llena de mierda que esté o lejana que parezca, la política es de hecho el único asunto público verdaderamente importante -¿en que coño te va a afectar a ti el nuevo ídolo de OT o una victoria de nuestro equipo, me lo quieres decir? -porque es una de las pocas cosas en las que tienes oportunidad de decidir, y esa posibilidad, la de elegir, decidir, cambiar y pedir cuentas que a ti te parece una tontería es lo que hace que millones de personas que no son ciudadanos de sus propios países intenten desesperadamente ser tú y vivir en un lugar donde ningún guardia de frontera marroquí les pegue un tiro en la espalda sabiendo que no pasa nada...
Somos, pues, después de 24 siglos, aún, ciudadanos de la Polis -la ciudad -, cuya esencia está en el origen de la palabra política. Hemos heredado, a través de una larga tradición cultural única -y a pesar de los muchos baches e intermedios hasta nuestro tiempo -algo que el resto de las culturas contemplan aún con cierto estupor, como los oficiales persas. Y yo al menos no pienso dejar que la cutretelevisión, un progresismo mal entendido o la estulticia generalizada me conviertan en un pastor de Asia Menor resignado a su destino, esperando que alguien le diga hacia donde tiene que correr y delante o detrás de quien, mientras grita alborozado y con un dedo metido en la nariz que Vanessa Jennifer es sin duda la que mejor canta...
Por lo cual advierto a partir de ahora que cada vez que Jenofonte y yo tengamos algo que decir sobre política, lo cual ocurrirá sin duda y bastante a menudo, lo haremos.
Por lo demás, y cambiando de tema radicalmente, tengo que pedir disculpas por haberme ausentado tanto tiempo. He estado liado con un montón de cosas ineludibles, algunas de las cuales iré contando en su momento, y el cansancio y la falta de sueño no me han dejado ocuparme de este blog debidamente. Pido disculpas por ello, aunque en realidad os importe un pito (lo que busco al disculparme, a mi vez, es más mi satisfacción que la vuestra, así que estamos empatados). Prometo a partir de ahora actualizarlo más a menudo. Alguien ha dicho también que si podía ser más breve. Como acabo de demostrar, va a ser que no...
Los sugus... la puñetera verdad es que se los han comido las hormigas (tengo un problema con las hormigas tan desconcertante como el que tenía Artajerjes II con los griegos). No sé si es que nadie lo ha pillado o si es que en realidad no os gustan los caramelos, pero la verdad es que hasta ahora todos los post han sido titulados y adornados con varias citas de Shakespeare (si esto no es ponerlo fácil...). Como ya lo solté el otro día en una cena en la que todo el mundo dijo haberse dado cuenta (supongo que no dijeron nada a causa de su natural humildad y discrección), el juego ya no es limpio, y habrá que cambiar de tercio. Habrá nuevos sugus, siempre y cuando consiga arreglar el asuntillo de las hormigas.
Y en cuanto al regalo... ahí hemos progresado. Lo cierto es que uno tiene amigos que no tienen precio, bien por lo mucho que valen, bien porque nadie daría un duro por ellos, y a veces hasta le echan a uno una mano. Tengo que agradecer a Rudy que me haya cedido un espacio en su dominio web para colocar la cancioncilla obsequio, que suelo escuchar mientras escribo (varias veces, claro, porque no soy tan rápido) y que puede bajarse por fin en el enlace que hay ahí al lado, justo encima del ostentoso contador (las líneas de html necesarias para que el enlace funcione también son suyas, el chaval hoy estaba sobrado).
Es ya una vieja canción, por increíble que te parezca. De otro tiempo, de otra realidad. A veces me apetece volver, ¿sabes? y sentir ese suave resquemor, tan dulce como venenoso. Siéntelo por un instante, justo ante de empezar a correr otra vez para que la nostalgia no nos alcance...
Espero que te guste. Y luego corre. Corre.
Vuestro, afectuosamente
Skalagrim

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Vale, puntu, veo que sigues con el mismo problema de siempre.

Claro que a la gente le interesa más quién es el cantante de OT o que Fernando Alonson gane el mundial de automovilismo, que el que estén mejor o peor gobernados. Es lógico e inevitable (y, sí, también es una puta mierda) y a estas alturas ni me voy a molestar en explicártelo.

Recordemos hace unos años cuando toda Sevilla salió a la calle porque su equipo de fúrbol bajaba a segunda. Y nunca les vi salir a la calle porque su trabajo, caso de tenerlo era una mierda en la que les estaban explotando miserablemente.

Y es así, machote. Así funcionamos.

Y no digo ni que nos quedemos cruzados de brazos ni que lo contemplemos con indiferencia.

Pero, joder, tampoco nos asustemos a estas alturas... que ya es asunto conocido.

8:31 a. m., octubre 19, 2005  
Blogger Skalagrim said...

Veamos:

a) Claro que tengo los mismos problemas de siempre. Como todo el mundo. A la gente le cambia casi todo menos los problemas...

b) No me asusto. Alucino un poco a veces, pero eso es porque, en el fondo, no he perdido la inocencia.

c) Este post no era para que nadie me explicara nada (aunque naturalmente agradeceré toda iluminación sobre los misterios de la vida que se me proporcione de forma gratuita y amena) sino para aclarar que algunas veces hablaré de política, lo cual no es tenido en estos tiempos y por mucha gente como un tema "agradable" (pero claro, es que tampoco hay porqué ser agradable siempre, ni con todo el mundo). Tampoco está muy bien mirado porque "igual molestas a alguien", según los defensores del Pensamiento Políticamente Cretino.

Y evidentemente todo esto no tiene sentido ni contigo ni con mucha gente que entrará en el blog y me conoce de toda la vida, pero sí con muchos otros que o no me conocen de nada o en los niveles en los que nos relacionábamos hasta ahora quedaba de algún modo excluido el pronunciamiento en temas políticos.

Vamos, que el hecho de que sea asunto conocido y asumido no implica que no sea conveniente volver a él de vez en cuando, del mismo modo que el hecho de que nosotros hayamos hablado de esto algunas veces no significa que la humanidad ya sea partícipe de ello... ;)

11:53 a. m., octubre 19, 2005  
Blogger Stiletto said...

Supongo que tenemos los gobernantes que nos merecemos pero o estamos degenerando a pasos agigantados o no puedo entender lo que pasa. No es que a la juventud no le interese la politica, es que tenemos la sociedad en general una capacidad de agachar las orejas que me parece ya preocupante. Tenemos contratos basura porque a nadie se le ocurre unirse, nos preocupa currar para llegar al fin de semana y beber para olvidar.

Quizás no sea así en vuestra tierra pero aqui, en Ciudad Marchita, cada vez es peor. Las obras, los impuestos, las hipotecas heredables, las pensiones, la sanidad, la inexistente educación, ... Pero si Bisbal dice "hey" todos con el culo hecho pepsicola.

Pero si te quejas te dicen eso de "aqui se vive demasiado bien, mejor que en cualquier parte".

Necesitamos un partido politico nuevo, joven y con ganas de arreglar algo. Porque si seguimos así, no habrá cambios y si no los hay ¿qué hacemos?

Me deprime ver como ha caído en 3 años esta ciudad y cómo sigue cayendo.

Un beso
Shere

2:04 p. m., octubre 24, 2005  

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